domingo, 22 de junio de 2014

EL HOMBRE QUE PLANTABA ARBOLES.

"En 1914 Jean Giono realizaba un largo viaje a pie por las alturas montañosas y desconocidas de una vieja región de los Alpes que penetra Provenza en el sur de Francia. Los carboneros habían deforestado la tierra, los arroyos se habían secado y las ciudades estaban desiertas. Después de tres días, Giono se encontró en medio de una desolación sin precedentes, buscaba agua pero por todos lados la misma sequedad. Levantó campamento y a las cinco horas de marcha le pareció distinguir en la lontananza de una pequeña silueta que la tomó por el tronco de un árbol solitario. Se dirigió hacia allí, era un pastor. Una treintena de ovejas acostadas sobre la tierra ardiente y su perro descansaban junto a él. Le hizo beber de su cantimplora y lo invitó a su cabaña. Su nombre era Elzeard Bouffier. Tenía cincuenta y cinco años y su esposa e hijos habían muerto. Para Giono fue claro que pasaría la noche allí. Esa noche, el pastor fue a buscar un pequeño saco y vació sobre la mesa una pila de bellotas, seleccionó las mejores y cuando tuvo delante de si cien bellotas perfectas se fueron a acostar. Al día siguiente Giono acompañó a Buffer, una vez llegado al lugar a unos doscientos metros de altura, clavó su barra de hierro en la tierra. Hizo así un agujero en el cual metió una bellota y luego la rellenó. Plantaba robles. Le preguntó si la tierra le pertenecía, le respondió que no. Si sabía quiénes eran sus dueños, no lo sabía, ni estaba interesado en conocer a sus propietarios. Había llegado a la conclusión de que esa tierra se moriría por falta de árboles. Plantó así sus cien bellotas, con cuidado extremo. Respondiendo a la insistencia de su compañero le contó que durante tres años había estado plantando árboles en esa soledad. Había plantado cien mil. De éstos, veinte mil habían crecido. De estos, veinte mil habían crecido. De estos veinte mil contaba aún perder la mitad por los roedores y de todo lo que es imposible prever de los designios de la Providencia. Quedaban diez mil robles que crecerían. En este paraje donde nada había crecido antes. Giono partió a la primera guerra mundial y no regresó hasta cinco años después. Más allá del pueblo muerto divisó un bruma gris que recubría las colinas como un tapiz. Buffier había continuado plantando árboles imperturbablemente y los robles de 1910 ahora tenían diez años. El espectáculo era impresionante. Al regresar al pueblo vio correr agua por los arroyos que habían estado secos desde que el hombre tenía memoria. “Era la más formidable reacción en cadena que había visto. Al mismo tiempo que el agua reaparecía, reaparecían los sauces, los mimbres, los prados, los jardines, las flores y una especie de razón de vivir”. En 1935 una delegación administrativa fue a examinar “el bosque natural”, decidieron que había que hacer algo y afortunadamente nada fue hecho, salvo poner al bosque bajo protección. Giono regresó todos los años y vio por última vez a Elzeard Bouffier en 1945, tenía entonces ochenta y siete años. Todo había cambiado. Pero lo más sorprendente de todo fue escuchar el verdadero murmullo del agua corriendo. …vi que había sido construida una fuente y que al agua fluía abundante, alguien habría plantado junto a ella un tilo, símbolo de una resurrección. La esperanza había entonces, retomado. Si se cuenta la antigua población y los recién llegados, más de diez mil personas debían su felicidad a Elzéard Bouffier. Cuando tomo en cuenta la infatigable grandeza de alma y la tenacidad en la generosidad necesarias para lograr este resultado, me siento imbuido de un inmenso respeto por ese viejo campesino inculto que tuvo a bien realizar esta obra digna de Dios:” Extracto original en francés: L´homme qui plantait des arbres.

domingo, 1 de junio de 2014

Barcos Fantasmas fuente inagotable de relatos misteriosos

Un clásico relato de navío fantasma es el de "Octavius", que volvía desde Oriente hacia Inglaterra a través del Paso del Noroeste, donde quedó atrapado por el hielo. La historia cuenta que en 1775 un ballenero llamado "The Herald" se cruzó con él flotando sin destino preciso frente a las costas de Groenlandia. Los marineros del "Herald" subieron al buque perdido, pero allí se encontraron con una gran sorpresa: los cuerpos de sus colegas y los pasajeros congelados por el frío del Ártico. En igual forma fue hallado el capitán, quien a su lado tenía la bitácora cuyo último registro era de 1762. Algo por lo cual se supone que el buque realizó parte de su travesía con el status de "barco fantasma".
La historia del "Flying Dutchman (El Holandés Errante)" es una de las más célebres y tal vez más antiguas leyendas del mar, ya que circula desde hace al menos 500 años. La embarcación partió de Ámsterdam con destino a las Indias Orientales, pero frente a una peligrosa tormenta cerca del Cabo de Buena Esperanza, en el extremo sur de África, su capitán Van der Decken decidió seguir adelante y para eso mató a su primer oficial, quien se le oponía. No obstante todos los esfuerzos, el buque finalmente se hundió en una tormenta y desde ese momento algunos pescadores y marineros aseguran haberlo visto en diversos puntos del planeta.
Oro ejemplo de barco fantasma muy renombrado es el de la goleta de tres palos "Lady Lovibond". La nave británica zarpó en febrero de 1748 con rumbo a la ciudad portuguesa de Oporto, pero una cuestión de celos por una mujer entre el primer oficial y el capitán desembocó en que este último llevara en forma intencional al buque hacia los bancos de arena Goodwin, cerca de Kant, en la costa sudeste de Inglaterra, donde chocó y se hundió. La leyenda afirma que la embarcación aún puede ser vista en las cercanías de aquel lugar cada medio siglo, y en los años 1798, 1848 y 1998 se documentaron varios testimonios de su avistamiento.
El caso más famoso tal vez sea el del "Mary Celeste", un bergantín de 31 metros de eslora y 282 toneladas de peso que en diciembre de 1872 fue hallado viajando a toda vela por el Océano Atlántico rumbo a Gibraltar. A pesar de que la comida estaba servida y los botes salvavidas en su lugar, la tripulación había desaparecido en forma inexplicable. Una de las teorías para justificar la escena es que un grupo de piratas abordó el "Mary Celeste" y se llevó consigo a sus tripulantes, aunque otros deslizan la hipótesis de que una misteriosa criatura marina pudo haber sido la culpable de todo. Mientras que una tercera versión asegura que se trató de un simple motín.
Sin embargo, el denominado "barco fantasma del Ártico" es el "SS Baychimo": un carguero británico de 1.300 toneladas que tenía su base en la ciudad canadiense de Vancouver y estaba revestido de acero, justamente para evitar inconvenientes durante sus viajes a través del frío polar. Lanzado al mar a principios de la década de 1920, quedó atrapado en el hielo cerca de Alaska en 1931 y su tripulación fue sacada de la nave por seguridad. Pero ya sin marineros a bordo el barco logró "liberarse" y se mantuvo a flote por lo siguientes 38 años. Varias veces fue visto sin rumbo por parte de esquimales y otras embarcaciones, y la última ocasión fue en 1969, otra vez atrapado en las heladas masas de Alaska. Fue abordado en numerosas oportunidades pero las condiciones climáticas impidieron rescatarlo, tras lo cual se cree que se hundió.

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