-Un purgatorio posible
Desde lejos vi el viejo y derruido templo y me acerqué
lentamente como precaviéndome de lo que podría llegar a encontrar en tan
antiguo y desolado lugar.
Luego de cruzar las enormes puertas de madera de la antigua
construcción, un hombre delgado y calvo que lucía un jubón negro y parecía ser ministro
de algún extraño culto, sin mediar mayores palabras se me acercó, me tomó del
brazo con fuerza y sin mayores preámbulos me dijo:
–…El dilema que me saca el sueño es sencillo de explicar hijo
mío, pero difícil de resolver. – Luego de captar mi atención hizo una
pausa y prosiguió.
–Como ha sido aseverado en forma concluyente por
nuestros volúmenes de la ley, desde siempre los individuos al partir de
este mundo tienen como destino, incorporarse en mente y espíritu a la red de
redes, al imperio celestial. –Sus palabras denotaban una seguridad
dogmática que realmente sorprendía.
–Porque así ha sido hasta ahora y así lo seguirá siendo por
los siglos de los siglos, hasta el fin de los tiempos, hasta que cese el
ciclo del hombre. Y luego... El Supremo Ingeniero dirá... –hizo una nueva pausa
y continuó.
–Porque todos somos pecadores, hijo mío, y el pago por el
pecado es la muerte, pero el don que da el Supremo Ingeniero es vida eterna en el
imperio celestial. –Yo lo miraba simulando gran atención en sus palabras y respeto,
pero la verdad comenzaba a aburrirme.
–¡¡Esas máquinas hijo mío, esas máquinas!! Con su tecnología lo
han arruinado todo, nos han arrebatado la muerte, nos han robado nuestro
destino final. –A todo esto, el anciano hablaba y apretaba mi brazo sacudiéndolo
bruscamente.
En este punto del monólogo entendí que el sujeto obviamente se
refería a aquella tecnología que surgió a mediados del siglo XXI que consistía
en extraer y copiar la mente y el espíritu de los seres vivos, segundos antes
de la muerte cerebral, para insertarlos en un universo digital, lo cual, en términos
religiosos no solamente destruía la noción de purgatorio, sino también la del
cielo propiamente dicho o imperio celestial como él anciano lo llamaba.
–La Fe se ha extremado hijo mío –me dijo casi a los gritos y llenándome
la cara de saliva. –Hemos caído bajo las garras de la duplicidad: El imperio perverso
de la réplica y así convivirán muerte y purgatorio a la espera del juicio
final como aseveran nuestras sagradas escrituras y una mente y un espíritu
emulado, en un universo digital. Y esto es sin duda, la obra del mismo demonio:
obra del replicador de replicadores. –En ese preciso momento noté que la voz del
Ministro comenzaba a retumbar en el templo vacío y en mi cabeza.
Luego soltó bruscamente mi brazo y presuroso se alejó de mí.
El sonido de sus pasos se fue perdiendo en el lugar y aunque hubiera querido interrumpirle
para decirle la verdad, no tuve el coraje necesario, finalmente gané la puerta de
madera y también con premura huí del antiguo templo.
El templo se fue perdiendo de mi vista y me interné en la
espesura de una selva negra.
La única verdad es que él y yo no estábamos realmente vivos, solamente fuimos
creados para vivir este momento, vivimos en esta hoja que estás leyendo y lo
haremos mientras tus ojos se posen en ella.